Seis sabios, quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron hacerlo mediante el tacto.
El primero en llegar junto al elefante, chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: "Ya veo, es como una pared".
El segundo, palpando el colmillo, gritó: "Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza".
El tercero tocó la trompa retorcida y gritó: "¡Dios me libre! El elefante es como una serpiente".
El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, palpó en torno y dijo: "Está claro, el elefante, es como una columna".
El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: "Aún el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico".
El sexto, quien tocó la oscilante cola acotó: "El elefante es muy parecido a una soga".
Y así, los sabios discutían largo y tendido, cada uno excesivamente terco en su propia opinión y, aunque parcialmente en lo cierto, todos estaban equivocados. Es difícil encontrar la verdad a partir de visiones parciales de la realidad.
La realidad está formada por un conjunto de pequeñas realidades. Lo que ves es cierto para ti pero incierto para otro y ambos tenéis razón. Si actuáramos conforme a esto, nos daríamos cuenta que la razón está en los ojos de los que la miran y todos tenemos un error de percepción: la totalidad no es la parte ni la parte la totalidad.
"Seamos agradecidos con las personas que nos hacen felices, ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer nuestra alma."
Marcel Proust 1871-1922. Escritor francés.