El famoso fragmento "¡no estás deprimido, estás distraído!" proviene del inspirador discurso de Facundo Cabral, el cual se ha difundido ampliamente en internet, impactando a personas de todo el mundo. Este discurso fue pronunciado en diversas ocasiones durante sus conferencias y conciertos.
Facundo Cabral, cantautor y poeta argentino, ofrece una perspectiva única sobre la vida y la felicidad. Nos gusta su visión de que la sensación de tristeza, depresión o desánimo es simplemente una distracción de lo verdaderamente importante en la vida. Según él, la vida es maravillosa, pero con frecuencia nos vemos atrapados en las trivialidades diarias, los problemas cotidianos y las preocupaciones, buscando constantemente algo que nos haga felices.
Te dejamos este texto como recordatorio para esos días en los que estamos más distraídos de lo normal:
"No estás deprimido, estás distraído… Distraído de la vida que te rodea, llena de corazón, cerebro, alma y espíritu... ¿Cómo puedes sentirte pobre y desdichado teniendo todo esto?
Distraído de la vida que te rodea: delfines, bosques, mares, montañas, ríos.
No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay cinco mil seiscientos millones. Además, no es tan malo vivir solo; yo me divierto decidiendo en cada momento lo que quiero hacer y gracias a la soledad, me conozco, algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, quien se siente viejo a los setenta años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo a los ochenta y Rubinstein interpretaba a Chopin como nadie a los noventa, por solo citar dos casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído... Por eso crees que has perdido algo, lo cual es imposible porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza, por lo tanto, no puedes ser dueño de nada. Además, la vida no te quita cosas, te libera de ellas, te aligera para que puedas volar más alto y alcanzar la plenitud.
De la cuna a la tumba, la vida es una escuela. Por eso, lo que llamas problemas son lecciones y la vida es dinámica, está en constante movimiento. Sólo debes estar atento al presente.
No perdiste a nadie, aquellos que han muerto simplemente se nos adelantaron, porque todos vamos hacia allá. Además, lo mejor de ellos, el amor, sigue en tu corazón.
¿Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte, sólo hay transformación, y al otro lado nos esperan personas maravillosas.
No encuentras la felicidad y es tan fácil, sólo debes escuchar a tu corazón antes de que intervenga tu cabeza, que está condicionada por la memoria y complica todo con cosas viejas, órdenes del pasado y prejuicios que enferman y encadenan. La cabeza que divide, empobrece; la cabeza que no acepta que la vida es como es, no como debería ser.
Haz sólo lo que amas y serás feliz. Aquel que hace lo que ama está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar porque lo que debe ser será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud, todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida. La misma fuerza que me levantó cuando el avión en el que viajaba con mi mujer y mi hija se estrelló, y la misma que me mantuvo vivo cuando los médicos me dieron tres o cuatro meses de vida.
Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y ambas son buenas. Si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto; tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas. Y si le ganas, serás más humilde, más agradecido y, por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente como debe ser.
No estás deprimido, estás distraído... Ayuda al niño que te necesita. Ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además, el servicio es una felicidad segura, al igual que disfrutar de la naturaleza y cuidarla para las generaciones futuras.
Da sin medidas y te darán sin medidas, ama hasta convertirte en lo amado, más aún, hasta convertirte en el mismísimo amor. Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan la vida. El bien se alimenta de sí mismo; el mal se destruye a sí mismo. Si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos, aunque sólo fuera por negocio.
No estás deprimido, estás distraído... Si escucharas al otro, al que llevas dentro, sabrías todo. En todo encontrarías algo para ti. Entonces, te elevarías constantemente y ya no habría confusión, sino matices. En esa serenidad, no buscarías nada, entonces encontrarías todo. Y estando en el presente, dirías y harías lo que hay que decir y hacer en cada momento, de manera natural y grácil, sin esfuerzo. Esto haría que tu relación con los demás fuera plena. Y al crecer en el amor, serías más creativo, sin límites ni condiciones.
La ignorancia nos hace sentir encerrados y mortales, es decir, nos encerramos y nos limitamos solos. El miedo nos distrae del amor, que es sabio y valiente, porque sabe que no hay ni medidas ni fin. Busca adentro y desaparecerán las nubes de la periferia; quédate quieto y en silencio para escuchar al sabio que llevas dentro.
No vives entre límites, sino en el mismísimo centro de lo milagroso, libre del ilusorio orden de la mente lineal, excitado por la imaginación y armonizado por la esperanza. Eres un espíritu que por un rato ocupa un cuerpo, un vehículo apto para este deambular por mares y montañas, entre delfines y elefantes, entre ciudades y desiertos que cada tanto lo cubren todo para recomenzar el cuento. Y en medio del mundo del espíritu, juega la razón, que cura el cáncer, que facilita las comunicaciones, que estudia el terreno de Marte, que llevó al hombre a la luna. El pensamiento te lleva a nuevos lugares y te hace ver de manera diferente, más rica, a lo viejo. Y esto te cambiará tanto que cambiará tu actitud frente al mundo, al que alguna vez quisiste cambiar en lugar de entenderlo; y cuando cambies, tendrás incidencia en él.
Cierra los ojos y verás todo lo que será. Liberado del tiempo histórico, viajarás a la velocidad de la luz y ese viaje puede mejorar la vida de muchos, pues es incalculable el poder del pensamiento. Este es un grandioso alquimista que puede transformar cualquier circunstancia en una fiesta, es decir, convertir cualquier metal en oro.
Una vez encendida la luz interior, nada puede apagarla. Es tan perfecta e incorruptible como el oro, que simboliza el poder de la pureza, de lo esencial, es decir, del espíritu, que es un viaje infinito y maravilloso, ya que estalla en cada instante vivido con profundidad. La santidad es la meta prevista para todos, aunque pocos se den cuenta o se animen a entrar en los caminos que llevan a ella.
Abandonado el ego, comienzan los milagros. Entonces, sin lucha, recuperarás la fuerza natural; por eso podrás provocar vida a través del amor, hasta caminar sobre las aguas y curar con la palabra."
No estás deprimido, estás distraído... Es tu ego el que distorsiona, lo opuesto a la inocencia que aclara. El ego confunde las cosas con su juicio, creyendo que son como él piensa que son; va más allá, cree que las palabras son las cosas. El ego no vive, interpreta, es una actuación constante que nunca alcanza la realidad.
Por otro lado, la inocencia trata a todos por igual, por eso está más cerca de la felicidad, la riqueza y la tranquilidad. La inocencia ve todo con asombro, llevándonos de fiesta en fiesta, creyendo que todo es una bendición. La inocencia es excitante porque ve todo como si fuera la primera vez, llenando el mundo de novedades; para ella, todo es un espejo, tomando conciencia de que somos parte de Dios, es decir, que nos vemos a nosotros mismos en todas las cosas.
El inocente se divierte fácilmente porque todo le llama la atención: una vaca pastando, el tronco de un viejo árbol, las mariposas negras sobre los trigales dorados, el colibrí detenido en el aire, el panadero sacando el pan del horno, la noche estrellada, la lluvia del invierno, los leños ardiendo en el hogar, los papeles de Matisse, las caravanas de las hormigas y las de los beduinos; el sermón del domingo por la mañana y el fútbol del domingo por la tarde.
El ego le pone nombre a las cosas, pero el inocente las ve, el ego las juzga, el inocente las vive; el ego divide, la inocencia armoniza las diferencias, el ego depende de la mente, el inocente del corazón.
El ego es viejo porque depende de la memoria, pero el inocente está naciendo en cada instante; el ego nos agota porque siempre lucha, el inocente flota graciosamente porque siempre se entrega. El ego se aburre porque no puede dejar de buscar, el inocente va de asombro en asombro porque siempre encuentra y puede quedarse por la eternidad gozando del mismo caballo, la misma flor o la misma estrella, porque el inocente está tan entregado a la vida que cambia como ella, constantemente.
Por eso, lo mismo nunca es lo mismo; por eso la inocencia es fresca para siempre. Ahora que estás solo y tranquilo, olvida lo que crees que eres, porque eso es una creación de los demás, y escucha tu corazón: ¿Qué quieres ser? ¿Qué quieres hacer ahora? Porque la vida es ahora mismo.
Olvida lo que crees que eres y comienza ahora mismo, entonces convivirás con todos fácilmente; es tan grato vivir sin divisiones, bueno, malo, rico, pobre, negro, blanco, amigo, enemigo, compatriota, extranjero. Es tanta la liviandad cuando no hay enemigos, que podemos volar en cualquier momento, porque la alegría tiene la simpatía de la magia.
No has perdido la inocencia, sólo la ocultas por miedo a la burla de aquellos que la han perdido. Déjala salir y recomenzarán los juegos de tus primeros años, pero enriquecidos por la inteligencia. Libérate de los preconceptos de la memoria y mira todo como si fuera la primera vez; entonces te salvarás del aburrimiento que ensombrece a aquellos que creen saberlo todo.
No confundas la actividad con la vida; ahí está el sol, exactamente ahí para que lo veas, ahí está el árbol hace muchos años para que te des cuenta de que es una maravilla. Libérate de la imagen que te han ayudado a forjar los demás, y volverás a la inocencia, que es nuestro estado natural.
Entonces estarás contento con las arrugas que confirman todo lo que has vivido. Sólo en la inocencia sentirás que eres parte de todo lo que te rodea, es decir, que sólo en la inocencia puedes ver a Dios.
No estás deprimido, estás distraído... De la buena información, inevitable para una buena vida. Salomón o Borges en lugar del periódico, Mahler o Bach en lugar del televisor, amistades inteligentes y positivas en lugar de perdedores por indolencia e ignorantes desdichados por su propia decisión; de este modo recibirás la mejor energía, la esencial, porque el crecimiento es natural de la vida; el movimiento constante es su causa, y para estar listos para los cambios debemos estar libres y atentos, con las herramientas preparadas para ejecutar cuando las energías pasen por nosotros, de lo contrario, se esfumarán como el humo que sale de las chimeneas.
Por eso es conveniente estar cerca de aquellos que son buenos receptores, despiertos, curiosos como Bertrand Russell, Schopenhauer, Bradbury, Eco, Paz, Krishnamurti, Osho, por mencionar a los más cercanos. El secreto de Einstein era seguir a las mentes más brillantes que la suya; el secreto de Campbell fue adentrarse en todos los secretos de la historia. Sólo la inteligencia puede detectar cómo se entrelazan las cosas importantes de la vida. Sólo la inteligencia puede conectarnos con el universo, hasta comprender que somos partes de él y, por lo tanto, tenemos su misma energía.
Nada se repite, por eso hay que vivir ahora, y la vida entera está en cada acto, ya que todo puede nacer de un solo átomo. La inteligencia es la que ve antes de ver, la que sabe a dónde va, lo que se está diciendo o haciendo; las grandes consecuencias de la mínima actitud.
Sólo aquel que está presente puede comprenderlo todo, el que bebe directamente de la fuente de lo esencial, por eso sabe que todo puede suceder, por eso nada lo aflige; es más, al aprender de los errores, los transforma en aciertos.
Nadie tiene derecho a la ignorancia, por eso lo pagará caro y, lamentablemente, ensombrecerá el camino de todos; por lo tanto, la ignorancia es una manera inconsciente del mal, como el ideólogo que al separar puede llegar a provocar una guerra.
El sabio sabe que la tarea es hacerse cargo de uno mismo y armonizar diferencias, porque separar, además de empobrecer, es un suicidio; por esa razón, hay muertes incluso en las canchas de fútbol. El sabio no separa porque todo es parte del todo, solo está atento para ver las conexiones; alguna vez canté que se mueve alguna estrella cuando arranco una flor. El sabio está en el río que une todo, en la energía que lo entreteje todo. El sabio sabe que es un sueño más de Dios hecho realidad, salvo que lo que llamamos realidad sea otra manera del sueño. Donde el ignorante ve dos cosas, el sabio ve una y esa una es la verdad. El sabio se ve en lo que ve; es iluminado e ilumina, es consciente de que también es luz, es decir, el estado más elevado del ser. Lo que llamamos muerte es el estado más sutil de la luz.
Si quieres vida, vive en paz; si quieres muerte, vive en guerra. Cuida cada palabra porque estamos estructurados en palabras. No hieras ni ofendas a nadie porque de uno en otro puede volver a ti transformada en una bomba. San Agustín aconsejaba: sólo pides justicia, pero sería mejor que no pidieras nada. O, dicho de otra manera, no interrumpas con tu pequeña cabeza la grandiosa tarea del Señor, al que San Francisco pidió: haz de mí un instrumento de tu paz, que donde haya tristeza yo lleve alegría, que donde haya oscuridad yo lleve luz, que donde haya odio yo lleve amor.
Yo soy un recién nacido, pero por la experiencia que guardó mi memoria ya no quiero herir a nadie, porque sé que la agresión trae enfermedad, es decir, complica más las cosas. Somos parte de la misma cosa, por lo tanto, si te hago mal, me hago mal. Antes me movía la razón, que es subjetiva; ahora el amor, que es la razón del universo. Pero no perdí el fuego; es más, ahora tiene mayor calidad porque antes quemaba y ahora ilumina. Es decir, que pasé de destructor a constructor.
No estás deprimido, estás distraído... de la paz. Por eso te pregunto, ¿cuándo vas a dejar de pelear para comenzar a vivir? Porque no se pueden hacer las dos cosas a la vez.
Me preguntas cuándo volverá Jesús, y te digo que nunca se fue, que siempre estuvo en tu corazón. Sólo tienes que callar a la cabeza y escucharlo. Nadie se hace la gran pregunta, ¿qué soy? Todos siguen cumpliendo un papel, generalmente decidido por los demás, como el éxito y el fracaso. Todos son lo que se ve en sus cuerpos o en sus logros materiales, y las cosas materiales son tan importantes que los amores que comienzan en los parques terminan en los tribunales.
Todos ejercen la mendicidad de alguna manera, olvidando o sin enterarse jamás de que son príncipes, parte de un universo extraordinario al que olvidan por pequeñeces locales, parroquiales, a veces sólo familiares. Reconozco muchas caras y conozco algunos nombres, pero pocos individuos saben quiénes son.
Me preguntas dónde puedes encontrarme, y te digo que en cualquier parte porque soy parte del universo. El nombre y el oficio son distracciones, cárceles, limitaciones; un camino que nos marcan y que seguimos ciegamente, tan ocupados que jamás nos detenemos a pensar quiénes somos. Y el espíritu, que es lo que somos, no acepta condiciones. Por eso no hay que confundir lo material con la realidad.
Por lo tanto, no hay fronteras, aunque la mayoría las necesite por miedo al infinito. Por eso inventó instituciones como el nacionalismo, los ideales, la patria, estacas a las que se ata para no tener que vivir la totalidad.
La casa de uno es uno, por eso estoy bien en todas partes. Y de mi casa entran y salen pensamientos y sucesos constantemente. Y si mi casa soy yo, que soy parte de todo, mi casa es este mar y esa playa, esos delfines y este hotel, esta silla y aquel velero que deja una estela blanca sobre el turquesa que inventa la luz. Esa es mi casa, como las sombras de los laberintos que pueblan las mentes de los locos, que también son mi casa.
No puedes mover tu cuerpo porque está demasiado cargado de pasado. Olvida hasta tu nombre y comienza de nuevo en este momento, e inmediatamente sentirás que vives en un mundo maravilloso. Cuando sientes que no eres lo que piensas, puedes volar.
El principio y el final, es decir, la vida y la muerte, son invenciones de la mente. ¿Cómo sufres cuando se va tu hijo porque te acostumbraste a pensar que eras sólo padre? Deja el pasado de lado y sentirás toda la vida. Sólo las moléculas se disuelven; la conciencia no muere con la materia. La luz de la conciencia seguirá iluminando los infinitos caminos de la vida.
No somos tan malos como creemos. Por eso la paz es posible, y la paz es el punto más alto que podemos alcanzar. Parece que Dios nos ama más que nosotros mismos porque sigue dándonos oportunidades todos los días.
No busques fuera lo que no tienes adentro. No puedes pedir amor si no lo diste. No puedes pedir justicia si no fuiste justo. No puedes buscar paz fuera si no la tienes dentro. Pero no hay apuro. Tienes a la eternidad delante. Además, el trayecto suele ser más emocionante que la llegada, si es que se puede llegar a alguna parte. Entonces, lo sensato es recomenzar a cada instante. Sin impaciencia, desaparecerá la violencia. La vida le gana a la muerte.
Por eso nace más gente de la que muere, y nacen más en los países pobres que en los países ricos, ocupados en fabricar armas para matar a la mayor cantidad de gente posible, tarea grosera e inútil porque la vida vence a la muerte.
La paz es una flor donde están todas las primaveras. En la paz nos miramos a los ojos y compartimos todos nuestros sueños, por audaces que sean. En la paz, uno es uno mismo, sin esfuerzos. En la paz, todo me da derecho a sentirme hijo de Dios.
No seas desagradecido. Piensa cuántas cosas tuvieron que conectarse desde lo más recóndito del universo para que fueras este que eres, para que pudiera ser la ciudad donde vives. Piensa cuántos millones de años tuvieron que pasar para que tuviéramos conciencia de la maravillosa inmensidad que nos rodea, de la que somos parte.
Yo soy nosotros, dice Marcos Constante, que tiene una visión transpersonal, es decir, que ya está en la nueva era.
Arriesga. La vida es cambio permanente, por eso siempre te da revancha. Recuerda que el que no está dispuesto a perderlo todo no está preparado para ganar nada.
Ahora que estás solo y tranquilo, ahora que estás contigo mismo, único ser del que eres responsable, te diré: deja que la curiosidad te lleve donde sucede la vida. No seas espectador de la televisión, sino protagonista de la tierra. Recuerda que a los que se animaron les debemos todo.
Píntate un sí en la frente antes de salir a la calle para que se te acerquen los que quieren vivir, sin preocuparte por el tiempo porque en una eternidad se recomienza a cada instante.
Si nos juntamos, somos ricos. Tú tienes lo que yo no tengo, y viceversa. Y qué sucedería si nos juntamos todos desde el cada uno que hay en él cada cual. La vida nos propone tantas cosas permanentemente que hay que hacer más esfuerzo para seguir siendo pobre y desdichado que rico y feliz. No olvides que eres un aristócrata, un príncipe, porque eres hijo del rey del universo. Sólo tienes que darte cuenta. Entonces no hay límites. Tú decides a dónde quieres llegar. Entonces la vida es un juego maravilloso, un juego que incluye al todo y a todos. Estás hecho a semejanza de Dios. Entonces puedes recrear todo.
Cuando dices no puedo, estás diciendo no quiero. Ya hay demasiados mártires, necesitamos héroes; levántate y anda, yo te acompaño como te acompañarán todos los que se animarán a vivir mejor, los que terminan favoreciendo a toda la humanidad, que es la grandiosa empresa a la que pertenecemos todos.
Camina tranquilo, que no te confundan los noticieros; el bien es mayoría, que no te distraigan de tu tarea que es alcanzar la plenitud. Nada como vivir en uno mismo, sólo así puedes sentirte en casa en cualquier parte; entonces nada está lejos ni ajeno. Pero el miedo, que es ignorancia, nos separa más y más, y este divorcio nos enferma y empobrece a todos, porque la humanidad es un repertorio riquísimo, tan brillante como interminable. Y todos tenemos que ver, porque todos venimos de un primer hombre, de una primera mujer. Entonces, hay negros y chinos en mí; soy tan bueno como Jesús y tan peligroso como Hitler; soy tan musulmán como ateo. Muero con el que muere y nazco con el que nace; todos somos fecundados y auxiliados por todos, pero desestimamos a todos porque nos desestimamos; en lugar de enriquecernos con el otro, le escapamos; nos combatimos en lugar de asociarnos. Y matar al otro es suicida porque es una continuación nuestra; el odio, que es miedo, nos ha traído a esta desesperanza, que es donde se ahoga la imaginación y sin imaginación perdemos la bendita semejanza, es decir, dejamos de ser creadores.
La tarea es comprender que la vida son subidas y bajadas, constante movimiento, es decir, cambios. Entonces tenemos que sacar de nuestro lenguaje la palabra "decadencia", que es una etapa más. Nada es para siempre. Por eso debemos estar atentos, listos para el cambio, preparados para toda circunstancia, porque la vida es como es, no como debería ser. Todo nos fue dado, por lo tanto, nada nos pertenece. Sólo nos queda gozar lo creado y cuidarlo para el que vendrá, que es una continuación nuestra, como nosotros somos continuadores de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros bisabuelos y así hasta Adán.
Está permitido que te caigas, pero no que te quedes en el suelo. Los que preguntan avanzan, los que no preguntan se quedan; es decir, mueren, porque la vida es movimiento; todo se recrea a cada instante, por eso hay que estar atento.
No idolatres a nada ni a nadie, porque tener una idolatría es perder la independencia, y esto es conflicto, enfermedad segura. Como fácil se pierde lo que se ganó sin esfuerzo, como sigue siendo pobre el que no goza lo que le sobra. El gran paso es ir de la egolatría que te compromete, que te esclaviza a tantas cosas externas a la libertad interior. Entonces se alcanza la paz, y la paz te hace vivir todo con plenitud, es decir, enriquece.
La verdadera fe comienza trabajando en uno mismo para creer en uno mismo, y cuando uno está bien plantado en uno mismo, se anima a ver todo; entonces conocemos a la realidad, y de ahí en más podemos comprenderla. Entonces nos salvamos de las decepciones; sabemos que detrás de una máscara siempre hay otra, como también vemos la pureza en la desnudez, las libertades del jazz y los rictus de las dictaduras.
Aceptar la realidad es salvarse de los engaños; entonces la verdad nos hace vivir plenamente. No te engañes, entonces nadie te engañará. Sé firme como Buda, como Jesús, como Espinoza, como Einstein, como Ford; firme pero abierto al mundo, atento a las propuestas de la vida. Predica las virtudes pero no calles las verdades.
No estás deprimido, estás distraído... De las maravillas que suceden alrededor de ti, desde nacimientos a cosechas, desde revoluciones a conciertos, desde campeonatos de fútbol a viajes interplanetarios. No estás deprimido por algo que pasó, sino distraído del todo que es ahora mismo. Vengo a recordarte que todos somos parte de la empresa más grandiosa, la humanidad, que construye, que cura, que siembra, que lava, que canta y que baila. No estás deprimido, estás distraído".
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Cecilia Bohl de Faber 1796-1879. Escritora española. Utilizó el seudónimo de Fernán Caballero.