Esta frase significa que cuando esperamos o buscamos una felicidad extremadamente grande o perfecta, nos ponemos obstáculos a nosotros mismos para alcanzarla. A veces, nos ponemos expectativas tan altas que se vuelven difíciles de cumplir, lo que puede llevarnos a sentirnos frustrados, decepcionados y nunca satisfechos con lo que tenemos.
Es como si estuviéramos persiguiendo constantemente una felicidad que siempre se nos escapa, porque nuestras expectativas son tan altas que nada parece cumplirlas. En lugar de disfrutar de los momentos de felicidad que podemos encontrar en nuestro día a día, nos enfocamos en lo que aún no hemos conseguido y en lo que creemos que nos falta.
La clave aquí es aprender a valorar y apreciar las cosas más pequeñas y simples de la vida, en lugar de esperar que la felicidad venga de grandes logros o circunstancias perfectas. Apreciar las pequeñas alegrías y los momentos buenos, nos permite ser más felices y estar más en paz con nosotros mismos.
"El amor es fe y no ciencia."
Francisco de Quevedo 1580-1645. Francisco de Quevedo y Villengas. Escritor español.