La frase expresa una admiración profunda por la idea de libertad. Al decir “¡Oh, dulce nombre de la libertad!”, la persona resalta que solo el sonido de la palabra libertad despierta sensaciones agradables: dulzura, alivio, esperanza. Se reconoce que la libertad no es solo un estado externo (poder moverse o decidir), sino también una vivencia interna que sabe a alivio después de la opresión.
Además, la exclamación transmite cierta nostalgia o anhelo. Quien la pronuncia puede estar experimentando una falta de libertad o recordando lo valiosa que es cuando se tiene. Invocar la libertad de manera tan emotiva sirve para subrayar su importancia y, al mismo tiempo, denunciar lo doloroso que resulta perderla o no alcanzarla todavía.
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Laure Conan 1845-1924. Pseudónimo de Marie-Louise-Félicité Angers. Escritora canadiense.
