Debo admitir que nunca hasta ahora había "escuchado" el libro del principito completo. Digo "escuchar" y no "leer" porque escuché el audiolibro. De niña cuando cursaba primaria había leído extractos que se esparcían en los libros de texto, e incluso guardo la imagen mental de un libro de color azul con la portada de un niño rubio que no puedo garantizar si fue creada por mi mente o es real, en la que sostengo ese libro y leo las primeras páginas. Pero no recuerdo haberlo leído entero. Como "el momento" siempre es ahora, esta semana he estado escuchando su audiolibro y aunque ya intuía que era un libro mágico y profundo, ahora lo ASEGURO desde mi experiencia.
Cuando estás inmerso en las palabras que nacen desde la condición más inocente y pura de la niñez, vuelves a revivir la dulzura, la ternura y el encanto de esos seres mágicos y translucidos que son los niños. Te das cuenta que es un libro que recuerda la visión tan limitada que tiene el adulto, visión que se acorta a medida que se abandonan los sueños para ser más ¿prácticos y realistas? Te observas pensando qué razón tiene el principito cada vez que dice "las personas mayores son muy extrañas" al descubrir con ellos toda una serie de actitudes enmascaradas de soledad y miedo.
El principito es una metáfora al amor, la amistad y la vida que cuenta la historia de un niño que vive en un planeta minúsculo acompañado de una flor y tres volcanes (uno de ellos inactivo). Un buen día disgustado con su flor, decide adentrarse en el universo para conocer la vida de otros planetas. Recorre otros sitios de menor dimensión, en los que se topa con el absurdo mandato de un rey que solo quiere tener súbditos para sentirse poderoso, la vanidad de alguien que únicamente busca el halago, el vicio por la bebida de un hombre cuyo objetivo es olvidar el para qué bebe, un farero que le gusta al principito por su disciplina y perseverancia a pesar de no entender por qué hace complicado lo fácil, el contable serio que cree que su credibilidad está en contar estrellas para creerse el dueño de ellas y el geógrafo que solo ve utilidad a lo científico, universal y eterno.
Una vez descubiertas estas actitudes llega a la tierra y allí entra en contacto con dos animales: una serpiente y un zorro. Creo que de cada pequeño fragmento se exprime un magnífico jugo pero me fascinaron las enseñanzas que surgen de su diálogo con el zorro: cómo explica el zorro qué significa adiestrar, que no es otra cosa que crear vínculos y cómo le pide al principito que lo adiestre, ya que eso le permitirá cada mañana mirar con felicidad los campos de maíz, que ahora son algo insignificante, porque le recordarán a su pelo dorado. Y de este diálogo también nace la gran frase que todos conocemos del principito, que es la frase por excelencia "solo con el corazón se puede ver, lo esencial es invisible para los ojos".
La gran amistad que tanto buscaba el principito llega de la mano de un aviador que se ha perdido en el desierto cuando su avioneta se avería. Mientras arregla la avioneta va "enamorándose" de la risa, la fragilidad y la sabiduría de un pequeño. El principito le pide que le dibuje un "cordero" y después de dibujar varias cosas y no servirle, el aviador tiene la ocurrencia de dibujarle una caja y decirle que el cordero está dentro. A raíz de esto comienzan a forjar una "relación especial" donde las preguntas recurrentes del principito, que nunca se da por vencido hasta obtener respuesta, son una parte fundamental de la historia. El principito antes de regresar a su antigua vida, le regala la fortuna de poder mirar las estrellas y poder encontrar en ellas su dulce risa, las estrellas serán su eterna unión y la sonrisa de ambos, su conversación.
Me quedo con el final que desprende un gran mensaje, la importancia de desprenderse del cuerpo para poder regresar a su planeta, donde fluye la grandiosidad de que somos mucho más que un cuerpo físico, SOMOS ante todo seres de amor, pureza y luz.
Este pequeño gran libro muestra cómo los adultos vamos rellenándonos de capas de vanidad, egocentrismo, poder y limitaciones que hacen que se MIRE la vida pero no se pueda "VER realmente" pues perdemos la visión del corazón, que es lo que da claridad, sencillez, pureza y verdad:
"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya."
"Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio."
"Es una locura odiar a todas las rosas solo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños solo porque uno de ellos no se cumplió."
"Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer."
"Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos."
"No se debe nunca escuchar a las flores. Solo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello."
"Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!"
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"¡La felicidad! No existe palabra con más acepciones; cada uno la entiende a su manera."
Cecilia Bohl de Faber 1796-1879. Escritora española. Utilizó el seudónimo de Fernán Caballero.