Esta frase quiere decir que las personas que son muy sensibles emocionalmente no siempre toman las decisiones más racionales o lógicas. En otras palabras, no siempre actúan de la manera más equilibrada o sensata. A veces, las personas muy sensibles pueden dejarse llevar por sus sentimientos y emociones, lo cual puede nublar su juicio y hacer que tomen decisiones impulsivas o irracionales. Por lo tanto, esta frase nos enseña que no siempre podemos confiar en la sensibilidad emocional de una persona como indicador de su sabiduría o sensatez.
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Laure Conan 1845-1924. Pseudónimo de Marie-Louise-Félicité Angers. Escritora canadiense.
