Esta frase nos está mostrando la ironía de cómo ciertas personas se burlan de los adivinos y consideran que su capacidad para predecir el futuro es una tontería, pero al mismo tiempo, le dan mucha credibilidad a los economistas y confían en sus pronósticos e interpretaciones sobre la economía.
La frase sugiere que hay una contradicción en la forma en que percibimos estos dos roles. En general, los adivinos son considerados como charlatanes o estafadores, mientras que los economistas son tomados en serio, a pesar de que su campo también está lleno de incertidumbres y no siempre aciertan sus pronósticos.
Puede ser que esta reflexión nos invite a cuestionar por qué tendemos a creer más en ciertos profesionales que en otros, y cómo nuestras creencias pueden estar influenciadas por la imagen social o el prestigio asociado a ciertos roles.
"El amor es fe y no ciencia."
Francisco de Quevedo 1580-1645. Francisco de Quevedo y Villengas. Escritor español.