Desde que el primer Nobel de Medicina español, Ramón y Cajal, contribuyera a la ciencia con su "doctrina de la neurona", se ha pensado que este tipo de células sólo se albergaban en el cerebro. Sin embargo, recientes investigaciones apuntan a otras zonas del cuerpo en las que han sido localizadas.
Así, la mayor concentración de neuronas fuera del cerebro se produce en el sistema nervioso autónomo de la médula espinal, algo razonable si se considera que la médula conecta este órgano con todo el cuerpo.
Quizá sea más llamativo saber que tenemos un cerebro abdominal (como se conoce al sistema nervioso entérico) que regula la función intestinal y, al igual que el cerebro, dispone de neuronas especializadas en diferentes funciones (registrar sensaciones y estímulos, controlar los movimientos de los órganos del sistema digestivo e intercomunicar unas zonas con otras).
Otro órgano que cuenta con estas células es el corazón. Se estima que alberga unas 40 mil neuronas y que posee una compleja red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo que forman un sistema nervioso independiente. Por ello, el corazón es el único órgano que envía más información al cerebro de la que recibe. También es capaz de influir en nuestras percepciones y reacciones y de equilibrar nuestro estado emocional. Por otro lado, su campo electromagnético es 5.000 veces más intenso que el del cerebro, y puede extender esta energía entre dos y cuatro metros en torno al cuerpo. Por lo que todo cuanto nos rodea conecta con la energía de nuestro corazón.
Sorprendente, ¿no?