Mientras paseaba un mago indio por el bosque al caer la noche, una lechuza se acercó con un pequeño ratón en su pico. Sin embargo, al llegar cerca del mago, la lechuza se asustó y dejó caer a su presa. Movido por su compasión innata, el mago se apresuró a socorrer al roedor, sólo para descubrir que se trataba de una ratoncita. Después de sanarla con su magia, decidió otorgarle un regalo adicional: la transformó en una deslumbrante joven. Admirado por su obra, el mago le ofreció buscarle esposo.
La joven, con astucia, pidió casarse con "el ser más poderoso del mundo".
"¿El ser más poderoso, dices? Entonces tendría que ser el sol. No creo que haya nadie más poderoso que él", sugirió el mago.
Sin embargo, al solicitarle al sol que se casara con la joven, el astro rey respondió:
"No soy el más poderoso. De hecho, una simple nube puede cubrirme por completo", confesó humildemente.
"¡La nube! De acuerdo, se lo pediré a ella", decidió el mago.
Pero la nube, sorprendida, replicó:
"Estás equivocado, mago. Yo no soy el ser más poderoso. El viento es capaz de arrastrarme donde quiera", reveló con modestia.
Determinado, el mago buscó al viento, ansioso por encontrar un esposo adecuado para su protegida. Sin embargo, el viento también se negó:
"No es que no desee casarme con la joven, pero yo no soy el más poderoso. La montaña es capaz de detenerme", expresó con sinceridad.
Finalmente, el mago se acercó a la montaña, esperanzado en encontrar al ser supremo que aceptaría la mano de la joven. Pero la montaña lo sorprendió con una verdad inesperada:
"No creas que yo soy el más poderoso, amigo. ¿Ves ese pequeño ratón que ha cavado una madriguera en mi roca? Él es más poderoso que yo, pues sin pedirme permiso, creó en mí su hogar", admitió con cierto recato.
Con esta revelación, el mago regresó a la joven y compartió la sabiduría de la montaña. Con humildad, la joven aceptó volver a su forma de ratona y se casó con el ratón de la montaña, encontrando la felicidad en la sencillez y la sinceridad de su nuevo hogar y recordando que, sin importar cuánto intentemos cambiar, nuestra esencia siempre nos define.
Moraleja: "En la búsqueda del poder, descubrimos que la verdadera fuerza reside en nuestra esencia más profunda".
"El amor es la última filosofía de la tierra y del cielo."
Francisco de Quevedo 1580-1645. Francisco de Quevedo y Villengas. Escritor español.