Un viejo rey acaba de morir. Su único hijo sube al trono para sucederlo. Consciente de su ignorancia, convoca a los hombres más sabios del reino, pidiéndoles que recorran el mundo para traerle toda la ciencia y sabiduría conocida en esa época. Regresan dieciséis años después cargados de libros en todos los idiomas.
El rey se da cuenta de que una sola vida no será suficiente para leer, comprender y aprender todo. Exige, pues, a los eruditos que lean los libros en su lugar, que extraigan lo esencial de ellos y redacten para cada ciencia una obra sencilla.
Los sabios tardan otros dieciséis años en constituir una biblioteca con los resúmenes de todas las ciencias y de toda la sabiduría humana. El rey ya es anciano y sabe que no le queda tiempo para leer e integrar todas esa obras. Ordena entonces a los sabios que escriban un artículo por cada ciencia, resumiendo lo esencial. Pasan ocho años más. Cansado y enfermo, el rey pide a cada uno de ellos que sintetice rápidamente el artículo en una frase. Cuatro años más son necesarios para realizar esa tarea.
Al final, escriben un solo libro que contiene una sola frase de cada una de las ciencias y sabidurías del mundo. Al consejero más anciano que le entrega dicha obra, el rey moribundo le murmura: "Dame una sola frase que resuma toda esta ciencia, toda esta sabiduría. ¡Sólo una, antes de que me muera!
– Majestad -dice el consejero-, toda la sabiduría del mundo cabe en tres palabras:
VIVIR EL INSTANTE.
"La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco."
Platón 427 AC-347 AC. Filósofo griego.