menú
buscador
psicología
Bienestar Emocional
Cineterapia
Biblioterapia
Personajes que Inspiran
Cuentos
Curiosidades
Cortometrajes de Inteligencia Emocional
Frases Célebres
Pensamientos Poderosos
logo facebookFacebooklogo instagramInstragram

LA ISLA DE LAS EMOCIONES

Isla flotante con templo y árboles

Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y todos los sentimientos humanos que existen. Convivían, por supuesto, el Temor, la Sabiduría, el Amor, la Angustia, la Envidia, el Odio. Todos estaban allí. A pesar de los roces naturales de la convivencia, la vida era sumamente tranquila e incluso previsible. A veces la Rutina hacía que el Aburrimiento se quedara dormido, o el Impulso armaba algún escándalo, pero muchas veces la Constancia y la Conveniencia lograban aquietar al Descontento.

Un día, inesperadamente para todos los habitantes de la isla, el Conocimiento convocó una reunión. Cuando la Distracción se dio por enterada y la Pereza llegó al lugar del encuentro, todos estuvieron presentes.

Entonces, el Conocimiento dijo:

Tengo una mala noticia que darles: la isla se hunde.

Todas las emociones que vivían en la isla dijeron:

¡No, cómo puede ser! ¡Si nosotros vivimos aquí desde siempre!

El Conocimiento repitió:

La isla se hunde.

¡Pero no puede ser! ¡Quizá estás equivocado!

El Conocimiento casi nunca se equivoca -dijo la Conciencia dándose cuenta de la verdad-. Si él dice que se hunde, debe ser porque se hunde.

¿Pero qué vamos a hacer ahora? -se preguntaron los demás.

Entonces, el Conocimiento contestó:

Por supuesto, cada uno puede hacer lo que quiera, pero yo les sugiero que busquen la manera de dejar la isla… Construyan un barco, un bote, una balsa o algo que les permita irse, porque el que permanezca en la isla desaparecerá con ella.

¿No podrías ayudarnos? -preguntaron todos, porque confiaban en su capacidad.

No -dijo el Conocimiento-, la Previsión y yo hemos construido un avión y en cuanto termine de decirles esto volaremos hasta la isla más cercana.

Las emociones dijeron:

¡No! ¡Pero no! ¿Qué será de nosotros?

Dicho esto, el Conocimiento se subió al avión con su socia, y llevando de polizón al Miedo, que como no es tonto se había escondido en el motor, dejaron la isla.

Todas las emociones, en efecto, se dedicaron a construir un bote, un barco, un velero… Todas… salvo el Amor.

Porque el Amor estaba tan relacionado con cada cosa de la isla que dijo:

Dejar esta isla… después de todo lo que viví aquí… ¿Cómo podría yo dejar este arbolito, por ejemplo? Ahh…, compartimos tantas cosas…

Y mientras las emociones se dedicaban a fabricar el medio para irse, el Amor se subió a cada árbol, olió cada rosa, se fue hasta la playa y se revolcó en la arena como solía hacerlo en otros tiempos. Tocó cada piedra… y acarició cada rama…

Al llegar a la playa, exactamente desde donde el sol salía, su lugar favorito, quiso pensar con esa ingenuidad que tiene el amor:

Quizá la isla se hunda por un ratito… y después resurja… ¿Por qué no?

Y se quedó durante días y días midiendo la altura de la marea para revisar si el proceso de hundimiento no era reversible…

La isla se hundía cada vez más…

Sin embargo, el Amor no podía pensar en construir, porque estaba tan dolorido que sólo era capaz de llorar y gemir por lo que perdería.

Se le ocurrió entonces que la isla era muy grande, y que aun cuando se hundiera un poco, él siempre podría refugiarse en la zona más alta… Cualquier cosa era mejor que tener que irse. Una pequeña renuncia nunca había sido un problema para él.

Así que, una vez más, tocó las piedritas de la orilla… y se arrastró por la arena… y otra vez se mojó los pies en la pequeña playa que otrora fue enorme…

Luego, sin darse cuenta demasiado de su renuncia, caminó hacia la parte norte de la isla, que si bien no era la que más le gustaba, era la más elevada…

Y la isla se hundía cada día un poco más…

Y el Amor se refugiaba cada día en un espacio más pequeño…

Después de tantas cosas que pasamos juntos… -le reprochó a la isla.

Hasta que, finalmente, sólo quedó una minúscula porción de suelo firme; el resto había sido tapado completamente por el agua.

Justo en ese momento, el Amor se dio cuenta de que la isla se estaba hundiendo de verdad. Comprendió que, si no dejaba la isla, el amor desaparecería para siempre de la faz de la Tierra…

Caminando entre senderos anegados y saltando enormes charcos de agua, el Amor se dirigió a la bahía.

Ya no había posibilidades de construirse una salida como la de todos; había perdido demasiado tiempo en negar lo que perdía y en llorar lo que desaparecía poco a poco ante sus ojos.

Desde allí podría ver pasar a sus compañeros en las embarcaciones. Tenía la esperanza de explicar su situación y de que alguno de sus compañeros le comprendiera y le llevara.

Observando el mar, vio venir el barco de la Riqueza y le hizo señas. La Riqueza se acercó un poquito a la bahía.

Riqueza, tú que tienes un barco tan grande, ¿no me llevarías hasta la isla vecina? Yo sufrí tanto la desaparición de esta isla que no pude fabricarme un bote…

Y la Riqueza le contestó:

Estoy tan cargada de dinero, de joyas y de piedras preciosas, que no tengo lugar para ti, lo siento… -y siguió su camino sin mirar atrás.

El Amor siguió observando, y vio venir a la Vanidad en un barco hermoso, lleno de adornos, caireles, mármoles y florecitas de todos los colores. Llamaba mucho la atención.

El Amor se estiró un poco y gritó:

¡Vanidad… Vanidad… Llévame contigo!

La Vanidad miró al Amor y le dijo:

Me encantaría llevarte, pero… ¡Tienes un aspecto!… ¡Estás tan desagradable… tan sucio y tan desaliñado!… Perdón, pero creo que afearías mi barco -y se fue.

Y así, el Amor pidió ayuda a cada una de las emociones. A la Constancia, a la Serenidad, a los Celos, a la Indignación y hasta al Odio. Y cuando pensó que ya nadie más pasaría, vio acercarse un barco muy pequeño, el último, el de la Tristeza.

Tristeza, hermana -le dijo-, tú que me conoces tanto, tú no me abandonarías aquí, eres tan sensible como yo… ¿Me llevarías contigo?

Y la Tristeza le contestó:

Yo te llevaría, te lo aseguro, pero estoy taaaaaaaaan triste… que prefiero estar sola. -Y sin decir más, se alejó.

Y el Amor, pobrecito, se dio cuenta de que por haberse quedado ligado a esas cosas que tanto amaba, él y la isla iban a hundirse en el mar hasta desaparecer.

Entonces, se sentó en el último pedacito que quedaba de su isla a esperar el final…

De pronto, el Amor escuchó que alguien chistaba:

Chst-chst-chst…

Era un desconocido viejito que le hacía señas desde un bote de remos. El Amor se sorprendió:

¿A mí? -preguntó, llevándose una mano al pecho.

Sí, sí -dijo el viejito-, a ti. Ven conmigo, súbete a mi bote y rema conmigo, yo te salvo.

El Amor le miró y quiso darle explicaciones:

Lo que pasó fue que me quedé…

Entiendo -dijo el viejito sin dejarle terminar la frase-, sube.

El Amor subió al bote y juntos empezaron a remar para alejarse de la isla. No pasó mucho tiempo antes de ver cómo el último centímetro que quedaba a flote terminó de hundirse y la isla desaparecía para siempre.

Nunca volverá a existir una isla como ésta -murmuró el Amor, quizá esperando que el viejito le contradijera y le diera alguna esperanza.

No -dijo el viejo- como ésta, ninguna.

Cuando llegaron a la isla vecina, el Amor comprendió que seguía vivo. Se dio cuenta de que iba a seguir existiendo.

Giró sobre sus pies para agradecerle al viejito, pero éste, sin decir una palabra, se había marchado misteriosamente como había aparecido.

Entonces, el Amor, muy intrigado, fue en busca de la Sabiduría para preguntarle:

¿Cómo pudo ser? Yo no lo conozco y me salvó… Nadie comprendía que me hubiera quedado sin embarcación, pero él me ayudó, él me salvó y yo ni siquiera sé quién es…

La sabiduría lo miró a los ojos un buen rato y dijo:

Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó, Amor, es el Tiempo.

Superación

Desarrollo del talento

Creatividad

Liderazgo

Agilidad emocional

Felicidad

Amor

Miedo

Ansiedad

Creencias

Compartir en Facebook
Escrito por Vanessa Rivas

Más Cuentos

Anillo dorado con diamantes brillantes

Cuento: El verdadero valor del anillo

Un joven busca cómo mejorar su valor ante las críticas. El maestro le enseña que solo un experto puede evaluar su verdadero valor. Leer cuento

Autoestima

Motivación

Autoconocimiento

Más Cuentos
Listones de premiación azules, significando tu valor

Cuento: Eres importante para mí

Un estudiante le da una cinta a un amigo, quien a su vez la entrega a su jefe. Con solo ese gesto logran cambiar la actitud de las personas a su alrededor. Leer cuento

Autoestima

Motivación

Superación

Más Cuentos
Pareja frente a casa con olla y pan

Cuento: Los tres consejos

Recién casados, el esposo busca trabajo para darle una vida mejor a su esposa. Vuelve después de años con tres consejos que lo salvaron de peligros. Leer cuento

Superación

Motivación

Confianza

Más Cuentos
Niño sonriente jugando con estrellas de mar en la playa

Cuento: El niño y las estrellas de mar

Un escritor se cuestiona el propósito de salvar estrellas de mar hasta que un joven le da una lección que nunca olvidará. Leer cuento

Liderazgo

Asertividad

Emprendimiento

Más Cuentos
Cuatro duendes pescando en un muelle flotante

Cuento: Los cuatro duendes

Cuatro duendes pescan para sobrevivir y encuentran tesoros: amigos, comida, calzado y luz. La felicidad viene con la perseverancia y el esfuerzo. Leer cuento

Superación

Motivación

Disciplina

Más Cuentos
Taza de arcilla con relieves en mano, resiliencia

Cuento: Aguanta un poco más

Una tacita de barro se convierte en una hermosa pieza de vajilla tras pasar por golpes, calor y pintura. Un ejemplo de cómo las dificultades pueden transformarnos. Leer cuento

Autoconocimiento

Superación

Resiliencia

Más Cuentos
Rey pensativo y solo en su trono

Cuento: El rey que no sabía vivir el momento

Un viejo rey busca la sabiduría del mundo en libros y resúmenes. Al final, le revelan que toda la sabiduría cabe en tres palabras: VIVIR EL INSTANTE. Leer cuento

Mindfulness

Aprendizaje continuo

Ansiedad

Más Cuentos
Niño animado sonriente con mochila y bufanda

Cuento: El pequeño niño

Resumen: Un niño aprende a seguir instrucciones de su maestra en la escuela, pero luego descubre la libertad de expresarse en una nueva escuela. Leer cuento

Creatividad

Aprendizaje continuo

Creencias

Más Cuentos
Hombre en cementerio mirando tumbas

Cuento: El buscador

Un buscador descubre un cementerio de niños en un pueblo. Averigua que cada lápida representa el tiempo vivido y aprende a valorar cada momento de la vida. Leer cuento

Metas

Mindfulness

Aprendizaje continuo

Más Cuentos
Rey hablando con mendigo ante palacio

Cuento: El pobre y el rey de oro

Un mendigo da un grano de arroz a un rey, quien se marcha sin más. Al vaciar su alforja, se encuentra con una extraña sorpresa. Leer cuento

Éxito

Abundancia

Prosperidad

Más Cuentos
Siguiente Página
  • Bienestar EmocionalBienestar
  • CineterapiaCineterapia
  • BlblioterapiaBiblioterapia
  • Personajes que inspiranPersonajes
  • CuentosCuentos
  • CuriosidadesCuriosidades
  • CortometrajesCortometrajes
  • Frases CélebresFrases
  • Pensamientos PoderososAfirmaciones

Frase del día

"El amor es un loco tan leal, que en todo cuanto hagáis, sea lo que fuere, no halla mal alguno."

William Shakespeare 1564-1616. Escritor británico.

Análisis de esta frase

Frases sobre el Amor - Frases sobre la Felicidad - Frases sobre la Paz
HOME
Bienestar Emocional
Cineterapia
Biblioterapia
Personajes que inspiran
Cuentos
Curiosidades
Cortometrajes de Inteligencia Emocional
Frases Célebres
Pensamientos Poderosos
logo facebookFacebooklogo instagramInstragram

Psicologia.com (2025)

Privacidad y Cookies