En el corazón del bosque, una liebre, conocida por su velocidad y arrogancia, se encontraba una vez más burlándose de la tortuga por su lento caminar.
Liebre: "¿Cómo puedes ser tan lenta, tortuga? Yo podría correr cien veces alrededor del bosque mientras tú no habrías avanzado ni un metro, jeje."
Tortuga: "La velocidad no lo es todo, liebre. Lo importante es la constancia y no subestimar el camino."
Liebre: "¿Constancia? ¿De qué sirve si siempre eres la última? ¡Te desafío a una carrera! Así veremos quién llega primero a la línea de meta en el otro lado del bosque."
Tortuga: "Acepto tu desafío, liebre. Que gane el mejor."
El día de la carrera llegó y todos los animales del bosque se reunieron para ver el evento. La liebre, con una sonrisa burlona, y la tortuga, con determinación en su mirada, se prepararon en la línea de salida.
Liebre: "¿Segura de querer hacer esto, tortuga? Aún estás a tiempo de admitir que no puedes ganarme."
Tortuga: "La carrera no se gana al inicio, sino al cruzar la meta. Vamos a empezar."
Cuando el búho dio la señal de inicio, la liebre salió disparada, dejando atrás una nube de polvo, mientras que la tortuga comenzó su lento pero constante avance. La liebre, viéndose muy adelantada, decidió tomar una siesta bajo un árbol.
Liebre: (bostezando) "Esta carrera es demasiado fácil. Un pequeño descanso no hará daño."
Mientras tanto, la tortuga continuó su camino, pasando junto a la liebre dormida sin despertarla.
Después de un tiempo, la liebre despertó y, al no ver a la tortuga cerca, se lanzó hacia la meta con confianza. Pero para su sorpresa, al acercarse a la línea de meta, vio a la tortuga a punto de cruzarla.
Liebre: "¡No puede ser! ¡He perdido!"
Tortuga: (cruzando la meta) "Como te dije, liebre, lo importante es la constancia y no subestimar el camino ni a tus oponentes."
Los animales del bosque aplaudieron a la tortuga por su victoria, mientras que la liebre, avergonzada, aprendió una valiosa lección sobre la humildad y el valor del esfuerzo constante.
Esta historia, que se dice fue escrita por el fabulista griego Esopo, nos dice algo muy valioso: ser constante y no rendirse es más poderoso que ser rápido y creerse mejor que los demás.
"El amor es fe y no ciencia."
Francisco de Quevedo 1580-1645. Francisco de Quevedo y Villengas. Escritor español.