Autobiografía en cinco capítulos
Capítulo uno
Voy caminando por la calle.
Hay un boquete muy profundo en la acera.
Me caigo dentro.
Estoy perdido… desesperado.
No es mi error.
Me lleva mucho tiempo salir.
Capítulo dos
Voy caminando por la calle.
Hay un boquete muy profundo en la acera.
Hago como que no lo veo.
Me caigo dentro otra vez.
No me puedo creer que esté otra vez aquí.
Pero no es mi error.
Al igual que la vez anterior, me lleva mucho tiempo salir de ahí.
Capítulo tres
Voy caminando por la calle.
Hay un boquete muy profundo en la acera.
Veo que está ahí.
Aún así me caigo… es un hábito…
Pero, estoy con los ojos abiertos.
Sé dónde estoy.
Es mi error.
Salgo de él inmediatamente.
Capítulo cuatro
Voy caminando por la misma calle.
Hay un boquete muy profundo en la acera.
Voy bordeándolo.
Capítulo cinco
Voy caminando por otra calle.
Portia Nelson, "Autobiografía en Cinco Capítulos Cortos".
Quizás te ocurra lo mismo que a mí y cuando leíste lo anterior te has sentido identificado en algún momento o pareciese que llevas en ese bache parte de tu vida. La buena nueva es que podemos dejar de tropezar y caer siempre en el mismo boquete y comprender que estaba ahí porque constantemente hacíamos lo mismo una y otra vez...el hoyo no se podía apartar pero nosotros sí que podíamos haber elegido otra respuesta: saltarlo, bordearlo o incluso ir por otro sitio.
Siempre es el mismo agujero, a veces enmascarado por el barro, tras la mezcla de la tierra y el agua, otras veces vestido por la caída de una nueva estación, y ahí sigue firme y bondadoso a pesar de nuestros golpes, para mostrarnos que quizá haya otras formas más amables de caminar.
Ese socavón son nuestros hábitos, patrones mentales que nos condicionan a ver el mundo de una sola manera, como un único camino y con la validez de que sólo podemos tropezar.
Y entonces, nace un día en que te cansas de trompicar, caer y hasta de lamentarte...
Ese día decides detenerte para observar ese badén, sin reclamarle nada, sólo parándote para ver qué características tiene esa fosa que continuamente está demandando tu atención. Entonces en ese silencio, sientes tu cuerpo y eres capaz de reconocer tus emociones de miedo, frustración y tristeza...parece que quieres huir, tus piernas comienzan a prepararse para tomar acción, pero esta vez eliges pararte para abrirte a eso que es incómodo. Ahora ese malestar se torna en lección y al volver a mirar el agujero descubres que aunque sería muy fácil caer, también podrías dar un paso largo y respetarlo e incluso, se te revela que es más pequeño de lo que pensabas y que tú eres más grande que él y quizá, puedas caminar en otra dirección. De pronto, ante ti, ese socavón te lleva a ver más allá para vislumbrar grandes y hermosos paisajes y hasta una puesta de sol inmejorable...
Y en ese momento, aparece una nueva perspectiva de la percepción limitante de siempre y surgen otras oportunidades:
- La ocasión de aprender en la caída en ese boquete.
- La valentía de admitir que somos más que unos patrones mentales establecidos y rígidos.
- El amor a nosotros mismos para elegir una respuesta más afectuosa.
Recuerda, la primera vez puedes chocar, caerte y enfadarte para luego observar la situación, no para juzgarte ni siquiera para mejorar algo en ti, sino para aceptar que ese socavón está ahí, mirarlo y permitir compartir el espacio, bien para elegir bordearlo o voltearte y amorosamente explorar otras rutas.
Desde esta postura, nace la libertad de SER esferas completas y no sólo los semicírculos que nos ofrecen nuestras creencias.
"Donde reina el amor, sobran las leyes."
Platón 427 AC-347 AC. Filósofo griego.