Los sesgos psicológicos o sesgos cognitivos son patrones de pensamiento que pueden influir en nuestras decisiones y percepciones de manera significativa. A menudo, estos sesgos se manifiestan de forma sutil, afectando cómo interpretamos la información, tomamos decisiones y entendemos el mundo que nos rodea. A continuación, presentamos una descripción de 77 de estos sesgos, explicando cómo pueden influir en nuestro comportamiento. Es importante destacar que existen muchos más sesgos psicológicos, y entenderlos puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestras propias limitaciones y a tomar decisiones más informadas y racionales.
La tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirme nuestras creencias preexistentes, ignorando o desestimando información que las contradice. Este sesgo puede reforzar creencias erróneas y perpetuar prejuicios, ya que solo se acepta la información que apoya lo que ya se cree.
La tendencia a estimar la probabilidad de eventos basándonos en la facilidad con que ejemplos específicos vienen a la mente. Si un evento o información es más memorable, tendemos a sobrestimar su frecuencia o probabilidad, aunque no sea representativo de la realidad.
La tendencia a confiar demasiado en la primera pieza de información encontrada (el "ancla") al tomar decisiones. Este ancla inicial establece el tono para las siguientes interpretaciones y ajustes, incluso si es irrelevante o incorrecta.
La tendencia a juzgar la probabilidad de un evento basándonos en cuán similar es a un prototipo existente en nuestras mentes. Este sesgo puede llevarnos a ignorar las estadísticas reales y a basar nuestros juicios en estereotipos o ejemplos específicos.
La tendencia a atribuir nuestros éxitos a factores internos (como nuestras habilidades o esfuerzos) y nuestros fracasos a factores externos (como la mala suerte o la interferencia de otros). Este sesgo nos ayuda a mantener una autoestima positiva pero puede distorsionar nuestra percepción de la realidad.
La tendencia a permitir que nuestra impresión general de una persona influya en nuestra evaluación de sus características específicas. Si tenemos una buena impresión general de alguien, es más probable que evaluemos sus características individuales de manera positiva, y viceversa.
La tendencia a creer que uno tiene menos probabilidades de experimentar un evento negativo en comparación con los demás. Este sesgo puede llevarnos a subestimar los riesgos y a tomar decisiones imprudentes, creyendo que "a nosotros no nos pasará".
La tendencia a recordar mejor la información que se presentó más recientemente. Este sesgo puede influir en nuestras decisiones y juicios al darle más peso a los datos recientes que a los anteriores, aunque toda la información sea igualmente relevante.
La tendencia a ver eventos pasados como más predecibles de lo que realmente fueron, a menudo diciendo "sabía que iba a pasar" después de que el evento ya ocurrió. Este sesgo puede distorsionar nuestra percepción de nuestra capacidad para predecir futuros eventos y hacernos sobreestimar nuestra comprensión del pasado.
La tendencia a reconocer los sesgos cognitivos en los demás pero no en uno mismo. Esto puede llevarnos a subestimar nuestras propias limitaciones y errores de juicio, creyendo que somos más objetivos y racionales de lo que realmente somos.
La tendencia a favorecer la información y las opiniones que coinciden con las del grupo al que pertenecemos. Este sesgo puede reforzar las creencias del grupo y aumentar la cohesión, pero también puede llevar a la polarización y a la toma de decisiones irracionales.
La incapacidad para recordar de dónde se obtuvo una información mientras se retiene el hecho en sí. Este sesgo puede llevarnos a aceptar información como verdadera incluso cuando la fuente no es confiable, ya que olvidamos el origen de la información.
La incorporación de información incorrecta en los recuerdos de un evento después de que ocurre el evento. Este sesgo puede llevar a la formación de recuerdos falsos y a la distorsión de la realidad, especialmente cuando se recibe información engañosa después del evento.
La tendencia a atribuir las acciones de los demás a su carácter o personalidad, mientras que atribuimos nuestras propias acciones a la situación externa. Este sesgo puede llevar a juicios injustos y a malentendidos sobre las verdaderas causas del comportamiento de los demás.
La tendencia a justificar acciones o decisiones pasadas para reducir la disonancia cognitiva. Este sesgo puede llevarnos a modificar nuestros recuerdos y creencias para alinearlos con nuestras acciones, evitando así el malestar de reconocer errores.
La tendencia a dar más peso a las experiencias negativas que a las positivas. Este sesgo puede afectar nuestras decisiones y percepciones, haciendo que los eventos negativos parezcan más significativos y memorables que los positivos.
La tendencia a estar más seguros de nuestras propias habilidades, conocimientos y juicios de lo que es objetivamente justificado. Este sesgo puede llevarnos a subestimar los riesgos y a tomar decisiones arriesgadas basadas en una confianza excesiva.
La tendencia a enfocarnos en ciertos aspectos de una situación mientras ignoramos otros. Este sesgo puede llevar a una visión sesgada y a una comprensión incompleta de la realidad, ya que solo percibimos una parte de la información disponible.
La tendencia a enfocarse en personas o cosas que han superado un proceso de selección, ignorando a aquellos que no lo hicieron. Este sesgo puede llevarnos a conclusiones incorrectas porque no se consideran todos los datos, solo los de los "sobrevivientes".
La tendencia a preferir las opciones conocidas y familiares en lugar de las nuevas o innovadoras. Este sesgo puede llevar a la resistencia al cambio y a la adopción lenta de nuevas ideas, ya que se valora más lo conocido que lo desconocido.
La tendencia a buscar más información incluso cuando no es necesaria, creyendo que tener más datos siempre llevará a una mejor decisión. Este sesgo puede llevar a la parálisis por análisis y a la toma de decisiones ineficaz debido al exceso de información.
La tendencia a explicar el comportamiento de las personas en función de factores internos (como su personalidad) o externos (como la situación) de manera inconsistente. Este sesgo puede llevar a malinterpretar las acciones de los demás, subestimando o sobreestimando el impacto de los factores situacionales.
La tendencia a atribuir nuestro propio comportamiento a factores situacionales mientras atribuimos el comportamiento de los demás a su personalidad. Este sesgo puede llevar a una comprensión sesgada de las causas del comportamiento y a juicios injustos.
La tendencia a sobrevalorar las explicaciones internas (disposicionales) y subestimar las externas (situacionales) al evaluar el comportamiento de los demás. Este sesgo puede llevar a conclusiones erróneas sobre las causas del comportamiento.
La tendencia a atribuir nuestros éxitos a factores internos y nuestros fracasos a factores externos. Este sesgo puede distorsionar nuestra percepción de la realidad y proteger nuestra autoestima.
La tendencia a preferir evitar pérdidas en lugar de obtener ganancias equivalentes. Este sesgo puede llevar a decisiones conservadoras y a la aversión al riesgo.
La tendencia a preferir recompensas más pequeñas pero inmediatas sobre recompensas mayores pero futuras. Este sesgo puede llevar a decisiones impulsivas y a la dificultad para planificar a largo plazo.
La tendencia a sobreestimar nuestra capacidad para influir en eventos y controlar resultados. Este sesgo puede llevar a una excesiva confianza en uno mismo y a decisiones arriesgadas.
La tendencia a creer que uno tiene menos probabilidades de experimentar eventos negativos y más probabilidades de experimentar eventos positivos en comparación con los demás. Este sesgo puede llevar a la subestimación de riesgos.
La tendencia a valorar menos las recompensas futuras en comparación con las recompensas inmediatas. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones impulsivas y a la falta de planificación a largo plazo.
La tendencia a subestimar la probabilidad de eventos negativos raros. Este sesgo puede llevar a la falta de preparación y a la negligencia en la gestión de riesgos.
La tendencia a sobreestimar el grado en que los demás comparten nuestras creencias, actitudes y comportamientos. Este sesgo puede llevar a una visión distorsionada de la opinión pública y a malentendidos.
La tendencia a atribuir nuestros propios pensamientos, sentimientos y motivos a los demás. Este sesgo puede llevar a malentendidos y a la incorrecta interpretación de las acciones de otros.
La tendencia a recordar eventos de manera diferente a como ocurrieron realmente, a menudo en función de nuestras creencias y expectativas actuales. Este sesgo puede llevar a recuerdos inexactos y a la alteración de la percepción del pasado.
La tendencia a mostrar menos empatía hacia aquellos que se perciben como diferentes o lejanos a nosotros. Este sesgo puede llevar a la deshumanización y a la falta de compasión.
La tendencia a creer que nuestras preferencias y hábitos actuales se mantendrán en el futuro. Este sesgo puede llevar a una planificación inadecuada y a la falta de adaptación a cambios futuros.
La tendencia a subestimar la posibilidad de desastres y eventos inesperados, asumiendo que las cosas seguirán como están. Este sesgo puede llevar a la falta de preparación y a la incapacidad para responder adecuadamente a crisis.
La tendencia a sobreestimar el grado en que nuestros estados internos son visibles para los demás. Este sesgo puede llevar a la falsa suposición de que nuestros pensamientos y sentimientos son evidentes.
La tendencia a evaluarnos a nosotros mismos en función de las comparaciones con los demás. Este sesgo puede llevar a sentimientos de inferioridad o superioridad y a la insatisfacción personal.
La tendencia a dejar que nuestras emociones influyan en nuestras decisiones y juicios, a menudo de manera irracional. Este sesgo puede llevar a decisiones impulsivas y a la falta de objetividad.
La tendencia a defender y justificar el status quo, incluso cuando es injusto o ineficaz. Este sesgo puede llevar a la resistencia al cambio y a la perpetuación de sistemas inadecuados.
La tendencia a sobreestimar nuestra capacidad para controlar eventos y resultados. Este sesgo puede llevar a la asunción de riesgos innecesarios y a la sobrevaloración de nuestras habilidades.
La tendencia a valorar más aquello que percibimos como escaso o limitado. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones irracionales y a la sobreestimación del valor de recursos limitados.
La tendencia a elegir opciones basándonos en criterios que no son relevantes o válidos. Este sesgo puede llevar a decisiones ineficaces y a la selección de alternativas subóptimas.
La tendencia a favorecer a las personas y eventos que están físicamente más cerca de nosotros. Este sesgo puede llevar a una percepción sesgada y a decisiones basadas en la cercanía en lugar de la relevancia.
La tendencia a que las expectativas de recompensa influyan en nuestra percepción y comportamiento. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones motivada por el deseo de obtener recompensas en lugar de por la lógica o la necesidad.
La tendencia a cambiar nuestro comportamiento en respuesta a castigos o sanciones, incluso cuando no son relevantes para la situación. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones basada en el miedo a la sanción en lugar de en el juicio racional.
La tendencia a preferir lo familiar sobre lo desconocido, a menudo de manera irracional. Este sesgo puede llevar a la resistencia al cambio y a la subestimación de nuevas oportunidades.
La tendencia a ser menos propensos a ofrecer ayuda a una víctima cuando hay otros presentes. Este sesgo puede llevar a la inacción y a la falta de responsabilidad en situaciones de emergencia.
La tendencia a tomar decisiones menos efectivas cuando se nos presenta demasiada información. Este sesgo puede llevar a la confusión y a la parálisis por análisis.
La tendencia a percibir solo la información que confirma nuestras creencias y a ignorar la información que las contradice. Este sesgo puede llevar a la visión sesgada y a la distorsión de la realidad.
La tendencia a adoptar creencias y comportamientos simplemente porque muchas otras personas lo hacen. Este sesgo puede llevar a la conformidad y a la adopción de modas sin una evaluación crítica.
La tendencia a sobreestimar nuestra comprensión de un tema o situación. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones basada en información insuficiente o incorrecta.
La tendencia a que las personas con menos habilidades o conocimientos en un área sobreestimen sus capacidades, mientras que las personas con más habilidades tienden a subestimarse. Este sesgo puede llevar a la falta de competencia y a la infravaloración de expertos.
La tendencia a evaluar decisiones pasadas de manera más positiva de lo que realmente fueron. Este sesgo puede llevar a una percepción distorsionada del éxito y a la justificación de errores.
La tendencia a actuar en contra de una sugerencia o regla simplemente porque percibimos una amenaza a nuestra libertad de elección. Este sesgo puede llevar a decisiones irracionales y a la resistencia al cambio.
La tendencia a ver patrones en datos aleatorios. Este sesgo puede llevar a la sobreinterpretación de coincidencias y a la creencia en conexiones inexistentes.
La tendencia a que las expectativas del observador influyan en el comportamiento de los observados. Este sesgo puede llevar a resultados sesgados y a la validación de expectativas previas.
La tendencia a formar actitudes basándonos en la observación de nuestro propio comportamiento. Este sesgo puede llevar a una comprensión distorsionada de nuestras motivaciones y sentimientos.
La tendencia a que nuestras percepciones de nosotros mismos sean influenciadas por cómo creemos que nos ven los demás. Este sesgo puede llevar a la conformidad y a la dependencia de la aprobación externa.
La tendencia a no notar algo completamente visible pero inesperado cuando nuestra atención está centrada en otra tarea. Este sesgo puede llevar a la omisión de información crucial y a errores en la toma de decisiones.
La tendencia a que nuestras capacidades cognitivas y estado de ánimo varíen a lo largo del día según nuestro reloj biológico. Este sesgo puede influir en nuestro rendimiento y en la toma de decisiones en diferentes momentos del día.
La tendencia a percibir algo como más o menos extremo dependiendo de una comparación reciente. Este sesgo puede influir en nuestras evaluaciones y decisiones basadas en contextos inmediatos.
La tendencia a tomar decisiones menos efectivas cuando estamos mentalmente sobrecargados. Este sesgo puede llevar a la fatiga mental y a la reducción de la calidad en la toma de decisiones.
La tendencia a buscar y recordar información que confirme nuestras creencias, ignorando la información que las contradice. Este sesgo puede llevar a la validación de errores y a la perpetuación de creencias incorrectas.
La tendencia a tener una visión más positiva de nosotros mismos que de los demás. Este sesgo puede llevar a la autoimagen inflada y a la subestimación de nuestras propias fallas.
La tendencia a sobreestimar la validez de nuestras creencias y decisiones cuando otros las comparten. Este sesgo puede llevar a la validación de errores y a la perpetuación de creencias incorrectas.
La tendencia a compararnos con personas que percibimos como superiores a nosotros. Este sesgo puede llevar a la insatisfacción y a la baja autoestima.
La tendencia a compararnos con personas que percibimos como inferiores a nosotros. Este sesgo puede llevar a la autoimagen inflada y a la satisfacción personal.
La tendencia a preferir opciones que parecen más eficientes o rápidas, incluso si no son las mejores. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones subóptimas y a la preferencia por la conveniencia.
La tendencia a preferir que las cosas se mantengan como están en lugar de cambiar. Este sesgo puede llevar a la resistencia al cambio y a la perpetuación de sistemas ineficaces.
La tendencia a sobrestimar nuestra capacidad para predecir futuros eventos basándonos en información limitada. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones basada en suposiciones incorrectas.
La tendencia a creer que algo es más verdadero o válido simplemente porque lo hemos oído repetidamente. Este sesgo puede llevar a la aceptación de información falsa y a la formación de creencias incorrectas.
La tendencia a subestimar los riesgos y peligros asociados con una acción o decisión. Este sesgo puede llevar a la toma de decisiones imprudentes y a la falta de preparación para contingencias.
La tendencia a sobrestimar los riesgos y peligros asociados con una acción o decisión. Este sesgo puede llevar a la aversión al riesgo y a la toma de decisiones conservadoras.
La tendencia a que nuestras creencias y expectativas influyan en nuestros comportamientos, haciendo que se cumplan. Este sesgo puede llevar a la validación de nuestras creencias y a la perpetuación de patrones de comportamiento.
La tendencia a que la información presentada primero tenga una mayor influencia en nuestras percepciones y decisiones. Este sesgo puede llevar a una evaluación sesgada basada en la primera impresión.
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"El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás."
Aldous Huxley 1894-1963. Novelista, ensayista, crítico y poeta inglés.