La ansiedad habla a través de los pilares que sostienen tres creencias fundamentales:
1. El mundo es un lugar peligroso.
La ansiedad se retroalimenta con esta afirmación, a veces lo grita a viva voz y otras veces se esconde bajo un velo más sutil. Cuando estamos con ansiedad alta, nuestro sistema de alerta está "on fire" y lo que en principio puede propiciar que estemos más atentos y más activos, con el paso del tiempo si esa señal no se apaga, dará lugar a la parálisis e inacción. La mente empieza a percibir un mensaje constante de "CUIDADO, PELIGRO" que conlleva a dramatizar y sobredimensionar la realidad. Ahí afuera quizá no ha cambiado nada, pero la mente, más sobreestimulada que nunca por todo el arsenal de cortisol que libera, empieza a hipervigilar todo e hiperactivizar los pensamientos.
Estamos en las escenas terroríficas de una película de miedo, la buena y mala noticia es que TODO PASA EN LA MENTE y el cuerpo hace su manifestación, representando el personaje del miedo con toda su corporalidad.
El mundo es un lugar hostil es el título de la ansiedad, una simple percepción que da paso a todo un continuo de escenas escalofriantes. Saber esto, nos da la consciencia de que vivimos bajo las afirmaciones del miedo y nos abre a la oportunidad de cuestionarnos esa creencia. ¿Es verdad que el mundo es un lugar peligroso en todo momento y en toda circunstancia?
¿Somos objetivos cuando nuestra mente afirma esto?
2. Estamos separados, nos sentimos solos.
Al percibir el mundo como un lugar inseguro, también lo sentimos como poco amigable. Tengo miedo del mundo y tengo miedo de los demás. Los demás no están para compartir sino para "dar" lo que me falta porque yo no tengo recursos o para "sacarme" lo que me pertenece porque no me lo merezco. Aunque son frases un tanto duras, su frialdad no llega para mostrar la soledad que puede sentir una persona con ansiedad, alguien que deja de habitar su yo confiable para ver su vida desde la no pertenencia, que parece no encontrarse en una reunión familiar o de amigos porque parece estar fuera de sí mismo. Con la ansiedad nace la separación, primero de nosotros mismos, y después de los demás.
3. Hay algo malo en nosotros.
Con todo lo anterior, confluye el veredicto firme de que algo está mal en nosotros, no somos suficientes y no nos sentimos válidos ni capaces. Nace el terror a no ser querido y dudar de todo porque no nos sentimos confiados ni confiables. Tememos estar volviéndonos locos.
Con este amargo coctel de creencias es fácil posicionarse en la victimización: Miedo al mundo, miedo a los demás y sobre todo miedo a nosotros mismos: Miedo a lo que pensamos y sentimos.
Estas creencias son la base de nuestro sufrimiento y de la mala interpretación que hace nuestra mente. Ahora no importa tanto indagar quién nos hizo creer eso, a estas alturas os diré que no hay una sola persona, experiencia o circunstancia. Aquí no estamos para buscar culpables porque en la culpabilidad se disipan las posibles soluciones.
Conocer las creencias que nos limitan como bien dice Mariam Rojas, puede ayudarnos a comprendernos. "Y comprender es aliviar". Aunque como acompaña Mario Alonso Puig, hay que "comprenderse para superarse":
Os comparto mi nueva visión:"LOS LÍMITES SON LAS NUEVAS POSIBILIDADES".
Ver las limitaciones como oportunidades que nos van a permitir descubrir nuevos potenciales, recordad:
Las creencias limitantes son declaraciones de verdad, una verdad basada en absolutismos de todo o nada.
Es de gran utilidad preguntarse: ¿Son ciertas, son verdaderas? ¿Siempre?
Cuestionarnos a nosotros mismos enciende una luz a lo nuevo, a la oportunidad de mejora ...¿Eso que opino de mí y del mundo me sirve para crear una vida de paz, claridad y confianza?
Si la respuesta es no, no pueden ser tu verdad.
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Bertrand Russell 1872-1970. Bertrand Arthur William Russell. Filósofo, matemático y escritor británico. Premio Nobel en Literatura en 1950.