En el jardín de la casa, detrás de un contenedor, se encontraban un recogedor y una escoba, ocultos de la vista de los curiosos. La escoba, con altivez, solía jactarse y pavonearse delante del recogedor.
- Mi trabajo es indiscutiblemente más importante que el tuyo. No hay lugar para el debate - afirmaba con arrogancia la engreída escoba.
Una noche, un viento poderoso sopló y, a la mañana siguiente, el jardín estaba cubierto de hojas y ramas secas.
La escoba, como de costumbre, se apresuró a barrer todas las hojas y ramas, creando un gran montón. Pero al no poder recogerlas para llevarlas al contenedor, las dejó allí.
- ¿Necesitas ayuda? - ofreció el recogedor, a pesar de los desplantes anteriores, extendiendo su apoyo a la escoba.
La escoba orgullosa, miró al recogedor con una mezcla de sorpresa y desdén, y rechazó su ayuda.
Esa noche, el viento volvió a soplar con fuerza y las hojas volaron nuevamente por el jardín, deshaciendo el trabajo del día anterior.
La escoba se estiró frente al recogedor una vez más y, con determinación, comenzó a barrer las hojas secas, acumulándolas en la parte más apartada del jardín, con la esperanza de evitar que se repitiera la situación.
- ¿Necesitas ayuda? - repitió el recogedor, ofreciéndose una vez más.
La escoba, esta vez, asintió y aceptó con gratitud la oferta de ayuda del recogedor.
Esa noche, el viento sopló con más fuerza que nunca, dispersando hojas, ramas secas, papeles y plásticos por todas partes, dejando el jardín en un estado lamentable.
La escoba, desesperada, miró al recogedor, quien asintió en señal de entendimiento y se unió a la tarea.
Comenzaron a trabajar juntos, codo a codo, recolectando todas las hojas y la basura. Fue un esfuerzo conjunto, un acto de verdadero compañerismo.
- Al trabajar juntos, somos mucho más fuertes - admitió la escoba con humildad mientras arrojaban las hojas al contenedor.
El recogedor asintió y sonrió, y el jardín quedó finalmente limpio y ordenado.
La lección del día fue clara: cuando colaboramos y apoyamos a nuestros compañeros, logramos mucho más y formamos un equipo imparable basado en el compañerismo y la solidaridad.
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"Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros."
Adolfo Bioy Casares 1914-1999. Escritor argentino.