EL PRÍNCIPE Y SU HALCÓN

Había una vez un príncipe que nunca salía de su castillo sin su leal halcón, un ave de caza conocida por su destreza y rapidez. El halcón siempre estaba a su lado, volando alto y descendiendo en picado sobre sus presas con una precisión mortal. Un día, durante una cacería, el príncipe observó con asombro que su halcón no sólo cazaba a los animales pequeños, sino que también atacaba a otros halcones.

Sorprendido y disgustado, el príncipe se dirigió a su ave:

—Eres una criatura magnífica, veloz y poderosa. Siempre he confiado en ti, pero hoy te vi atacando a tus propios hermanos. ¿Cómo puedes hacerlo? ¿Acaso no tienes sentido de la lealtad hacia los tuyos?

El halcón, posándose en el brazo del príncipe, lo miró con ojos penetrantes y le respondió:

—Mi príncipe, cazo a los de mi especie porque así me enseñó la vida en tu compañía. He visto cómo los hombres, no dudan en traicionar, herir o incluso destruir a sus propios semejantes.  Al ver cómo lo hacíais creí que era lo correcto, pensé que esto era lo que debía hacer para sobrevivir en este mundo.

Moraleja: El entorno y las enseñanzas que recibimos moldean nuestra conducta. Si queremos un mundo más justo y solidario, debemos empezar por ser un ejemplo de esos valores, pues nuestros actos influyen en quienes nos rodean, a veces de maneras que ni siquiera imaginamos.