En un pequeño pueblo donde todos se conocían, los habitantes estaban preocupados por un grupo de jóvenes que, a pesar de ser buenas personas, se estaban involucrando en travesuras y cometiendo más tonterías que las normales para su edad.
La anciana Rabiya, una mujer sabia del pueblo, propuso una idea para hacer que reflexionaran sobre su actitud. Al cabo de unos días, el grupo de jóvenes pasó cerca de la casa de Rabiya y la vieron buscando algo en el jardín frente a su choza. Decidieron acercarse para ofrecer su ayuda y le preguntaron:
- "Rabiya, ¿qué sucede? ¿Qué has perdido? ¿Podemos ayudarte?"
La anciana respondió con tristeza:
- "He perdido mi aguja de oro."
Los jóvenes comenzaron a buscarla de inmediato, pero después de un tiempo, uno de ellos preguntó:
- "Rabiya, el jardín es extenso y la aguja es muy pequeña. Además, pronto oscurecerá. ¿Puedes decirnos en qué zona exacta la perdiste para enfocarnos en ese lugar?"
Rabiya levantó la mirada, señaló hacia su casa y dijo:
- "Tienes razón, la aguja se me cayó allí, dentro de mi casa."
Los jóvenes se quedaron sorprendidos y dijeron:
- "Rabiya, si la aguja se te cayó dentro de casa, ¿por qué la buscamos fuera?"
Rabiya sonrió y les explicó:
- "Aquí fuera hay luz, mientras que dentro de la casa no. Pero, ¿no veis la paradoja? Al igual que buscáis la aguja en el jardín cuando está en casa, a menudo veo que buscáis la felicidad en cosas externas, creyendo que son más importantes que lo que ya tenéis dentro. ¿Por qué buscáis fuera lo que habéis perdido en vuestro corazón? La felicidad está en vuestro interior, y todo lo demás llega cuando estéis en paz con vosotros mismos."
Los jóvenes comprendieron la lección: la verdadera sabiduría estaba en Rabiya, no en ellos, y tomaron conciencia de la importancia de encontrar la felicidad en su interior en lugar de buscarla fuera.
"La verdadera felicidad consiste en hacer el bien."
Aristóteles 384 AC-322 AC. Filósofo griego.